SECTOR QUINCHIBANA ALTO

 SECTOR QUINCHIBANA ALTO

Panorámica de Quinchibana Alto


Historia de la Santísima Cruz de Quinchibana Alto

El cantón Pelileo fue fundado el 29 de junio de 1570 por Antonio Clavijo y fue elevada al estatus de cantón el 22 de julio de 1860., también conocida como San Pedro de Pelileo, es la tercera urbe más grande y poblada de la provincia de Tungurahua. Se localiza en el centro de la región interandina del Ecuador. Quinchibana pertenece a la cabecera cantonal, los pobladores se dedican a la agricultura, ganadería, gastronomía y tiene una amplia extensión de terrenos para el turismo; es una tierra con mucha tradición y cultura, de gente humilde, trabajadora y colaboradora. 

Ilustración: Iglesia en Quinchibana Alto donde está la Santísima Cruz


En Ecuador a partir del siglo XV la historia toma más fuerza a partir de la conquista española, ya que desde ese momento fue que empezaron a registrar los acontecimientos que se desarrollaron en aquella época. Sin embargo, mientras el control inca existía. las tribus locales se dedicaban a las prácticas agrícolas y de organización social, mantuvieron sus creencias religiosas tradicionales conjuntamente con sus costumbres. Una vez llegados los españoles al continente americano la presencia de las creencias religiosas del viejo continente se fue extendiéndose a lo largo del territorio que hasta ese momento eran los territorios de los incas, la obsesión que tenían los conquistadores por derribar “ídolos” en los adoratorios indígenas, por considerarlos representaciones demoníacas y suplantarlos con cruces para adoctrinarlos a las condiciones del cristianismo era una práctica común en aquella época. La firme convicción era hacer cumplir el mandato divino y poder llevar a la conversión de los nativos en donde la fe cristiana sea la principal creencia en un una divinidad absoluta.

Una vez despojados de las creencias propias de los nativos, poco a poco fueron extendiéndose a través de la región otras actividades en relación a la fe, y es ahí donde aparecen algunas historias sobre apariciones divinas, las mismas que tomaron fuerza y entre el mestizaje era una práctica común el realizar fiestas populares para recordar la presencia de un Dios omnipotente único.

 (Pedro Reino 2017), manifiesta que en Pelileo hacia 1641, ya se contaba con una iglesia realizada por los españoles para los fines de cristianizar a los indios. La monumental construcción de la iglesia justamente se realizó donde hoy conocemos como Pelileo Grande.

Entonces podemos deducir que en nuestro cantón a partir de del s. XVI ya se empezaron a dar cambios significativos en los rituales de fe. De tal manera que a partir de ese momento los pobladores de cada sector del cantón toman como representantes a diferentes ídolos personificados en esculturas e imágenes que contribuyeron a la fe y a la imaginería de milagros y sanaciones.

Una manifestación de estas historias   se desarrolla en el sector de Quinchibana Alto, en donde se comenta la aparición de Santísima Cruz. Según Datos recopilados de personas ancianas del lugar que cuentan a breves rasgos la historia de esta imagen que ha sido venerada desde hace mucho tiempo atrás, existen muchos indicios de milagros concedidos a personas del lugar, las mismas que han sido un pilar fundamental para que la fe vaya creciendo significativa hacia esta imagen.

Según nos cuenta el Sr Luis Gerardo Poaquiza de 79 años de edad, morador del lugar recuerda pocos pasajes de la historia que le contaban sus abuelos y padres en donde decían que más o menos en  la primera mitad del año 1860,  cuando las tierras de Quinchibana era parte de una hacienda de la sra Ventura Chiriboga de Villavicencio, tierras productivas que con el trabajo y esfuerzo de los peones que vivían en ese lugar, las producciones agrícolas eran variadas, todos quienes desarrollaban sus actividades en el lugar a más de su cotidiano trabajo, no dejaban de lado su fe ante Dios.


















Don Luis Gerardo Poaquiza de 79 años morador de Quinchibana Alto


Pasado algún tiempo estas tierras cambiaron de dueño y paso a manos de Don Manuel Villarroel, el mismo que dirigía dicha hacienda y sus peones de buena manera y con la convicción de seguir adoctrinando a la gente ante la fe y creencia en la divinidad de Dios Todopoderoso como el único creador de todo lo que nos rodea, y gracias a él la vida es grandiosa y podemos gozar de un trabajo y disfrutar las bondades de la naturaleza. En dicha época suscitó algo increíble y fuera de lo natural, al momento que el dueño de la hacienda de Quinchibana había ordenado a los súbitos que dentro de las tareas diarias estaba la salida a la montaña a talar árboles para hacer leña y abastecer de este combustible para el fogón; dicha la orden los peones emprendieron la caminata a hacia el cerro para cumplir con lo pedido por el patrón, luego de un largo trayecto de senderos inhóspitos y chaquiñanes llenos de lodo y quebradas que eran un obstáculo para acelerar el paso, lograron llegar al lugar donde la jornada de trabajo los esperaba, todo alrededor era un bosque inmenso árboles que solo al verlos denotaban respeto y asombro de la grandeza de la naturaleza; los trabajadores al mismo tiempo que estaban decididos a talar los maderos también se intimidaban al momento de recordar a Dios como el creador de todo.

Luego de tomar un descanso merecido por el largo caminar, emprendieron a seleccionar los mejores árboles para talar y así cumplir con lo encomendado por el patrón. Con hacha en mano los trabajadores golpeaban el asiento del madero para que luego de sucesivos hachazos este caiga y con un estruendoso ruido quede tendido en el suelo. En un momento dado mientras los hachazos desprendían pedazos de madera de los troncos de los árboles, el asombro fue inmenso cuando de uno de ellos saltó un líquido rojizo, el peón quedo perplejo, miró el hacha igualmente estaba con manchas de ese color, llamo a los compañeros y les contó lo que pasaba y todos gritaron: es sangre...!, es sangre...!, la naturaleza está llorando sangre decían otros y se arrodillaron ante singular acontecimiento, al mismo tiempo cerraron los ojos y se pusieron a orar, había contado un peón. Después de este acontecimiento y luego de un largo tiempo en el cual los peones habían cerrado los ojos y como que se pusieron en un momento de meditación, cuentan que abrieron los ojos y notaron que de aquel árbol que brotó aquellas gotas rojizas, habían comprobado que efectivamente era sangre y más grande fue el asombró al mirar en el suelo una cruz que estaba esplendorosa entre el follaje, las ramas y hojas de los árboles que anteriormente ya habían talado. Entre la confusión y el asombro un peón había emprendido la carrera, de regreso a la casa del patrón a contar lo que había sucedido, luego de un buen rato del precipitado descenso de la montaña, logró dar con don Manuel Villarroel (El patrón), quien al ver a su trabajador asustado y tembloroso pidió dar un vaso agua para que pueda tranquilizarse y le cuente que es lo que había pasado en el lugar de trabajo. 

Una vez que el agitado trabajador le contó al patrón, que mientras cortaban los árboles para la leña, uno de ellos salpicó gotas de sangre, y ante el asombro de dicho evento todos quienes vimos el acontecimiento nos arrodillamos y cerramos los ojos y luego de un buen rato de oración abrimos lo ojos y vimos en el suelo una cruz, es por eso que sin perder tiempo bajé para contarle patrón, dijo el hombre; Don Manuel al escuchar semejante historia pidió que ensillen su caballo y conjuntamente con su súbdito salieron en precipitada carrera hacia el lugar en donde había ocurrido el milagro. Ya en el lugar mismo donde el suceso aconteció y al comprobar con sus propios ojos todo lo que le había contado su trabajador y al ver la a los demás trabajadores alrededor de la cruz, ordenó trasladar a dicho símbolo de fe hacia el centro de la hacienda. Cuando emprendieron el camino cargado la cruz hacia el sitio ordenado por el patrón, luego de un buen rato de recorrer los chaquiñanes y el lodo camino abajo, en el lugar denominado el Arrayan pusieron la cruz en el suelo para tomar un descanso, en ese momento llegaron moradores de la parroquia Bolívar, quienes manifestaron que querían llevar la Santísima Cruz a su territorio para venerarla, luego de una acalorada discusión por apropiarse  dicho símbolo de fe, Don Manuel dijo que la persona que pueda cargar a la santísima Cruz se llevará y dejarán de discutir; en ese momento un morador de la Parroquia Bolívar quiso levantar la cruz y no pudo, ya que manifestaba que está demasiada pesada y no era posible cargar, al mirar este acontecimiento Don Manuel ordenó a su peón que levantara la Cruz y este de un solo esfuerzo logró poner al hombro y así se cumplió la decisión de la divinidad para estar en el lugar correcto, y fue llevado a la hacienda Quinchibana. 

Desde ese entonces en el sector la veneración a la Santísima Cruz se da el día de carnaval: “en septiembre, fecha en la cual es la fiesta mayor, luego en el mes de mayo también se la recuerda ya que en esta fecha según la fe cristiana se veneran las tres cruces y finalmente en el mes de septiembre en recordación de la crucifixión de Jesús de Nazaret también se hace un homenaje a la Santísima cruz” Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Exaltaci%C3%B3n_de_la_Santa_Cruz

Por lo mencionado es importante manifestar también que según la trasmisión oral de esta formidable historia, los adultos mayores cuenta que la santísima Cruz desde el momento que fue encontrada ha pasado de generación en generación en las familias del sector y luego de muchos milagros acontecidos a los moradores hubo entre ellos una disputa por la custodia del símbolo de fe, momento en el cual por pedido de los feligreses, en el año 1974 con el obispo de ese entonces Mons. Vicente Cisneros, intervino la Dióceisis de Ambato y con la ayuda de los pobladores construyeron el primer templo en Quinchibana Alto para que sea el único lugar donde pueda reposar la Santísima Cruz y desde ese entonces es allí donde se custodia y las personas llegan a ese templo para pedir sanación y justicia, aferrados a la fe de un solo Dios  justo y omnipotente.

Entre las personas que relatan historias relacionadas con la Santísima Cruz tenemos a Don Luis  Antonio López Cárdenas adulto mayor del sector de Olmedo de Pelileo, quien a pesar de los años tiene en su mente los recuerdos de la celebración de la veneración a la santísima Cruz que apareció en Quinchibana, dice: “yo era prioste desde los 18 años de edad y para las fechas en que se realizaban las fiestas íbamos a pedir el permiso a los señores de Quinchibana para hacer la fiesta, fiesta en la cual llegaban personas y grupos de comparsas  para el deleite de los pobladores, recuerdo que de Quitocucho venían los Curiquingues de otros lugares llegaban los disfrazados de carishinas, capariches entre otros personajes que son propios de nuestras tradiciones culturales, todo era alegría y fe, ahí era solo cuestión de conversar con los vecinos de Olmedo, Huasimpamba, La Paz, Quinchibana, Bolívar entre otros, la fiesta se realizaba, todos colaboraban con alimentos para brindar a los visitantes y lugareños”. Toda esta manifestación de fe era en Honor a la Santísima Cruz y sus milagros concedidos es una manifestación cultural de nuestra tierra.

Don Luis Antonio López Cárdenas adulto mayor del sector de Olmedo de Pelileo


Por tanto, las festividades religiosas y sociales constituyen un referente cultural de nuestros pueblos, ya que recuerdan instantes fundamentales de la memoria, pues en ellas se destacan una carga simbólica con los cuales las personas que participan reafirman los lazos de integración social. Por último, podemos manifestar que las actividades festivas también recrean juegos y rituales con significados que promueven la fe y el bienestar popular.

Fin

Autor: Robert Paredes.

Basado en relatos contados de personas del sector de Quinchibana Alto y Olmedo

Abril del 2022


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